El comercio actual y las nuevas fórmulas comerciales

La Ley 7/1996, de 15 de enero, de Ordenación del Comercio Minorista, en su Exposición de Motivos, afirma: “Los profundos cambios que ha experimentado la distribución comercial minorista en España, la incorporación de nuevas tecnologías y formas de venta y el reto que ha supuesto la Unión Europea, así como la dispersión de la normativa vigente obligan a un esfuerzo legislativo de sistematización, modernización y adecuación a la realidad de los mercados.

La economía española precisa, para su adecuado funcionamiento, un sistema de distribución eficiente, que permita asegurar el aprovisionamiento de los consumidores con el mejor nivel de servicio posible y con el mínimo coste de distribución. Para alcanzar este objetivo, es preciso que el mercado garantice la óptima asignación de los recursos a través del funcionamiento de la libre y leal competencia.”

No descubrimos nada nuevo, pues, si afirmamos que la situación del comercio minorista está sufriendo una intensa transformación que le ha llevado a una crisis de funcionamiento, con profundos cambios en sus formas tradicionales que se han visto acosadas por la irrupción de nuevas y agresivas fórmulas que suponen una auténtica revolución en la forma de llegar hasta el consumidor final, objetivo último de este sector.

Dentro de estas nuevas fórmulas, destaca por su novedad y agresividad el llamado comercio on-line que, además, presenta grandes dificultades a la hora de poder garantizar la disciplina en las obligaciones fiscales y aduaneras, así como el efectivo cumplimiento de la estricta legislación que hoy protege al consumidor y que se materializa en constantes controles que, sin embargo, dejan sin escapatoria posible el comercio tradicional.

En este marco, para el comercio tradicional, se ha convertido en una cuestión de supervivencia encontrar las herramientas necesarias para definir un nuevo esquema que le resitúe en su papel de asegurar el correcto funcionamiento de la distribución de mercancías con todas las garantías exigidas para el consumidor final, conjugando esta prioridad con la renovación y optimización de las formas de participar en esta cadena.

Los pequeños fabricantes

Son otro de los grandes perjudicados en este nuevo panorama en el que no encuentran ya suficiente tejido de pequeños comerciantes que les permitan poner a la venta sus productos dentro de un sistema garantista para el consumidor teniendo que asumir los costes de tener que posicionarse en un mercado paralelo cada vez más competitivo y en el que las grandes superficies van imponiendo la forma de actuar al resto de operadores.

Los costes del comercio on-line

Por otra parte, el comercio de proximidad que, aunque solo sea por su visibilidad, tiene que asumir los controles y los gastos fiscales inherentes a su establecimiento comercial junto a los gastos fijos que supone tener toda una exposición abierta al público con personal cualificado que explica y prescribe las marcas, se encuentra en inferioridad de condiciones para acceder a las fórmulas de comercio on-line que, lejos de ser una solución, suponen un incremento aún mayor en los gastos.

En definitiva, aquellos que tienen establecimiento comercial abierto al público, asumiendo una costosa estructura comercial, se ven “parasitados” por otros operadores que comercian en internet pero que no participan de esos gastos, beneficiándose deslealmente de un esfuerzo que, además, sitúa a los comerciantes tradicionales en una posición claramente desfavorable.

La percepción del consumidor

Con este paisaje, es difícil que el consumidor final, lógicamente mediatizado por la búsqueda de un interés legítimo, encuentre atractivos los argumentos de los comerciantes de proximidad, a los que atribuye cada vez más, de forma injusta pero lógica, falta de adaptación y poca eficacia y todo ello, mientras aprovecha sus servicios sin remordimiento alguno.

Los comercios de proximidad se ven así obligados a rivalizar con una agresiva competencia en la que ellos ponen los costes y son otros los que recogen los frutos de su trabajo.

Las consecuencias

Esto les obliga a entrar en una guerra de precios que, con los medios de los que disponen, no pueden afrontar sin soportar pérdidas que, de seguir así, harán inviable esta eficacísima fórmula comercial.

Conclusión

Situado aquí el problema, estamos convencidos de que, pese a todo, la fórmula comercial tradicional es la que mejor garantiza la distribución y correcta entrega al consumidor de las mercancías en condiciones de calidad y fiscalidad. Es además la que mejor permite un total control de trazabilidad de los productos desde la fabricación o importación hasta la puesta en servicio de los bienes e incluso y muy especialmente, es la que mejor resuelve los problemas en la fase de posventa.

Soluciones

Este diagnóstico del panorama actual nos lleva a concluir que la solución a esta crisis, debe pasar por afianzar las fórmulas tradicionales y, cualquier solución que se plantee, debe permitirle rearmarse frente a las agresiones que, aprovechando su esfuerzo, “parasitan” el sector utilizando canales paralelos que, aunque también suponen un gasto de gestión, nunca será tan grande como el de mantener una exposición abierta al público que, por otra parte, es lo que permite al consumidor final optar por un artículo concreto.

Plataforma de comercio eficiente

Así nace la idea de una plataforma, herramienta que permitirá al comercio de proximidad acceder a las nuevas tecnologías sin tener que dedicar fuertes recursos económicos y formativos, sino que, por el contrario, sin grandes esfuerzos, podrá optimizar su actual forma de trabajar.

Se trata de facilitar, sin alterar, las funciones cada uno de los actores que intervienen en el actual esquema del comercio minorista.